miércoles, 18 de mayo de 2011

San Andrés y el mar. El cuento de nunca acabar...


Un nuevo oleaje (y la proximidad de las elecciones) hacen salir a primera plana de los periódicos locales el tema de la defensa del litoral de San Andrés.

El ayuntamiento de Santa Cruz le echa la culpa a Costas, Costas a la Autoridad Portuaria, y de vuelta la pelota a Costas para ser lanzada de nuevo al ayuntamiento… y el pueblo de San Andrés sufriendo las acometidas furiosas de un mar que, lo repiten los viejos hasta secárseles la boca, sólo demanda lo que se le quitó.

Que San Andrés necesita una protección para su frente marítimo es una obviedad, pero ojo, hay que tener en cuenta una serie de factores.

De nada vale que ahora, de prisa y corriendo, nos manden una escollera como la de Las Teresitas, cerrada, que provocaría un verdadero pozo en el frente del pueblo, agravado por los acarreos de los barrancos en épocas de lluvias y a los vertidos de porquerías de la estación de bombeo de aguas residuales de San Andrés a la zona de El Cabezo.


Deberá estudiarse la dinámica de las corrientes en esta zona de la costa anaguera, para así buscar una solución viable. Esta puede pasar por ampliar apenas el espigón nuevo de la Dársena Pesquera, pues todos los vecinos nos hemos percatado de que desde que se llevó a cabo esta ampliación los oleajes son menos y las olas azotan de manera diferente. O bien construir una escollera abierta como las del Puertito de Güímar o la playa de Fañabé, que permita la renovación del agua. Otra alternativa podría ser la construcción de diques submarinos que frenen el mar de fondo.

Estas medidas, de ser factibles pues yo no soy técnico y sólo muestro mi opinión desde la observación y la posibilidad, ayudarían no sólo a que San Andrés no se viera inundado con los temporales, sino que podría promover la recuperación del frente del pueblo para el baño y el ocio de los vecinos y visitantes.

Los vecinos del pueblo de San Andrés estamos cansados de esperar, pues, si algo ha demostrado la historia de nuestra relación con la capital, es la de que han de pasar como mínimo 30 años (el dique original que defendía el pueblo de la mar tardó más de 40 años en llegar) para que se lleve a cabo algo que, incluso ellos, califican de urgente.