viernes, 3 de junio de 2011

De oleajes y parches (y no es un cuento de piratas)

Han tenido que pasar casi 20 días desde el temporal de mar que azotó San Andrés para que el ayuntamiento de Santa Cruz hiciera algo.

El oleaje afectó en gran medida a la avenida Marítima de San Andrés, rompiendo las aceras, llenando la vía de callaos, reabriendo dos grandes huecos bajo el paseo y tumbando varios tarajales.


Lo único que se hizo inmediatamente tras el oleaje fue la limpieza de la vía, retirando las piedras y escombros para no molestar al tránsito de los vehículos, dejando sin embargo entongadas de mala manera las losetas rotas sobre los huecos en la acera. Hasta el pasado día 2 de junio no se arreglaron estos desperfectos que ponían en peligro a los viandantes, por los desniveles y las losetas sueltas. ¡Y de qué manera se ha arreglado! Se ve que los del ayuntamiento estaban cansados de poner aceras nuevas, así que van y le mandan una lechada de cemento y listo. Tan bonito como los parches de piche en el adoquinado casco del pueblo. ¡Qué vergüenza!

Aún quedan por retirarse los restos de cinta que Protección Civil puso para impedir el acceso al frente del pueblo durante el oleaje (tan sólo colocadas después de que un turista tuviera que ser sacado del agua por la Cruz Roja, ya que había bajado al Muellito para sacarse una foto y una ola lo tiró). Trozos de esta cinta se encuentran aún enredados en los tarajales y palmeras de la avenida. Además, quedan por rellenar los huecos abiertos por la mar durante el pasado oleaje de diciembre junto al Muellito de San Andrés, y que ya se introducen más de un metro bajo el paseo.


Este sistema de parcheado, tan típico de las administraciones, se suma a la dejadez y fealdad en que se encuentra una de las principales vías de San Andrés. Vía que cientos de visitantes transitan en su marcha hacia Las Teresitas y que se llena de personas los fines de semana para pasear y disfrutar del mar abierto.

Parches de cemento unidos a cosas como las hojas de las palmeras mal podadas que invaden el paseo central, o los hierros retorcidos de vallado que un temporal de viento destrozó y que han quedado ahí para los restos.



En fin, otra historia de desidia para una avenida marítima que bien podría parecerse a la de otras zonas litorales de la isla como Las Caletillas o Bajamar, con avenidas bien cuidadas y por las que da gusto pasear.

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